¿Cómo que se murió?

Si usted hubiese preguntado en Tepa por un tal Adrián, pocos le darían razón, no así si preguntara por Madres Fritas, . ¡Aaaah!.

Y es que durante décadas fue el vendedor de “buche naylon” y “madres fritas”, nombre por demás rimbombante con el que bautizó en los ’50 a su fritanga de puerco, compuesta por buche, madre, pajarilla y otras ciencias ocultas que tienen puercos y puercas por el lado de adentro. Quizá ahora entienda lo del mote con que conocimos al interfecto, cuya voz resonaba por las anchurosas calles de Tepa cada mañana al son de “Buche nayloooon”; “Madres fritaaaas

Cuando el negocio caminaba lento agregaba:

¿No oyen o no tráin?.
¡Si no tráin, ay después… tragan!

Igualmente famosa fue una de sus hijas, de la que si mencionáramos por su nombre nadie recordaría, pero el Tepa de mediados del fascinante Siglo XX conocía por La Pelona, tan famosa que hasta Juan Flores asentó noticia para los anales de la historia en una publicación tan circunspecta como lo es Vida Parroquial.

En una reunión familia mi hermana Cuquita nos notificó sobre la muerte de La Pelona. Puesto que dentro del grupo del Encuentro Matrimonial cultivamos una bonita amistad con “Viges” y “Nachita”, hermana de La Pelona del cuento, mi esposa, con cara de aflicción y comedimiento inició la lista de preguntas de rigor:

- ¿Cuándo murió?
- Anteayer; ayer asistimos a su Misa en San Antonio.
- ¿Murió de repente?
- No; la pobre padeció mucho antes de morir…
- ¡Ay, pobrecita!
- Primero le amputaron una pierna…
- ¡Uh, cómo debió sufrir!
- Luego se le gangrenó la otra y también se la cortaron…
- ¡Ah, qué barbaridad!
- Luego ya tenía tiempo en cama y…

Terminada la larga lista de padecimientos que terminaron con la muerte de La Pelona, hubo un pequeño respiro, para luego:

- Oye -por fin, habiéndose dado cuenta que yo también estaba presente, osó preguntarme-, ¿Y quién era la Pelona… yo la conocía?

Y Chava Flores tenía razón

Debió de suceder a mediados de 2004.

Para la gente joven, de bachata, regional urbana y regaeetón, ha quedado en el olvido el nombre de un popular pintor de la mexicanidad, de la forma de ser y afrontar realidades, bueno, al menos hasta que aparecieron sobre la faz de la tierra los del pasito duranguense y los cantantes de narco-corridos y revolucionaron la cultura universal entregando a su culto público obras que borrarán del mapa a Mozart (felicidades por sus 250 años) y Beethoven (con poquitos menos), que han quedado cortos ante la eminencia de los nuevos divos de la música. Si no me la cree, ¿cuál sería entonces la razón de que puedan existir programas de la excelencia de Escándalo (de Charitín), El Gordo y la Flaca, Don Francisco, o Laura en América, la Señora Le ó ó ó ón, y desde luego, la sublime, inocua y siempre sublime Cristina, entre otros, que dan la pauta para vivir al día y sin temor al qué dirán?.

Todo lo anterior para referirme a Chava Flores, que con jocosa rima y fácil tonada, sin omitir el doble sentido, en coplas más que pegajosas reflejó con jovialidad el acontecer de muchas décadas de nuestra esencia, con especial dedicatoria para los habitantes de la Gran Chilangostlán. De su ingenio conocemos infinidad de canciones que cantaron desde Pedro Infante hasta el Conjunto Variedades: La Carta a Eufemia, El Retrato de Manuela, México Distrito Federal, La Bartola, El Quinceaños de Espergencia

Nos las aprendimos en casa, letra y música con todos sus arreboles, en la versión de un disco que nos regaló Rafael Gutiérrez, el del flamante rascacielos recién estrenado de su El Hogar Moderno, cuando mi papá le compró, en tan fáciles como rigurosos abonos, camas, burós, licuadora, chocomilkera, exprimidor… y una larga lista de enseres domésticos, ¡ah!, y desde luego, en qué tocar el disco. Ahora caigo en que el regalo era obviamente un gancho. Los discos los repartía por docenas; los tocadiscos -consolas- de uno por uno, pero había qué comprarlos.

A media centuria de que conocimos a Chava Flores, mi hermana Cuca, la mayor entre todas mis hermanas, que no por eso dejan de ser dos, quiso revivir, en carne propia, lo contenido en El Quinceaños de Espergencia, que a la letra dice:

Pues, señor, resulta que Espergencia quince años cumplió,

Y hasta hoy, que va a cumplir los treinta, se le festejó…

Un buen día, encontrándose entre las amigas y mejores compañeras del Encuentro Matrimonial, en una de las escasas reuniones en que participa, -si acaso cuatro o cinco por semana-, salió a colación el que ya se están haciendo viejos los pastores, pues al llegar a los cincuenta es necesario tomar al menos un poco en serio el paso de los años. ¡Oiga usted, se trata de medio siglo!. Les comentó, sin preámbulo, que sentía un vacío en su existencia, que se sentía frustrada porque cuando en el taller de Cecilia Alcalá, respetable vecina y excelente amigo, conde junto con Martha Alvarado, Rosa Sepúlveda, Doris Paredes, Carmela Alcalá, Pina y Lucita (las Grandotas), por mencionar de pasadita a algunas de sus compañeras del taller se hacían de un dinerito, no pudo compartir con ellas durante su fiesta de quince años, por el simple hecho de que nunca se celebró; sin embargo, no sería mala idea celebrarla, ya no a los treinta, como Espergencia, sino a los cincuenta. Años más o años menos, cualquier ocasión es buena para sentirse realizado…

Bastaron unos cuantos minutos para que el proyecto tomara forma y se pusiera en marcha. La comadre Martha Colín se anotó como madrina, y en primer lugar. Nachita, la de Viges, no se podía quedar atrás. Los Legaspi ofrecieron su granito de arena, digo, su granjita -casa de campo- para la pachanga, y si no menciono a las demás parejas es porque la Sección Amarilla quedaría corta.

Se podría celebrar una Misa, aunque no fuera con Vísperas Solemnes, concelebrando al menos tres obispos amigo de la familia y una nutrida lista de sacerdotes invitados, Lupe Prado, Rafa Huerta (traído ex profeso de Etiopía), Carlos González (venido de Bangladesh), Polo, aerotransportado desde la Tarahumara, el Pollo, con todo y un cóndor desde Perú, dos o tres docenas más de los desperdigados desde la Baja California hasta Centroamérica, encabezados por Concho, y todos los amigos que desde donde la Rosa de los Vientos marque están dispersos en algún lugar del globo terráqueo; obviamente los cinco párrocos de la ciudad (que eran los que contaba igual número de Parroquias en su momento) y el inconmensurable número de capellanes, además de Juan, que no acaba de rascarse la cabeza tratando de entender la celebración, y por supuesto Pancholín, ya que con su Benedicat Benedicamus, ¡si es boda o es banquete, allá nos vemos!…

Desde Roma llegó noticia de que el nuevo Papa, el simpático Benedicto XVI, gracias a los buenos oficios del Padre Jesús López Gay, estaba a punto de enviar no sólo una muy especial Bendición Apostólica, en pergamino doble grueso y enmarcado con lamina de chapa de oro, sino un telegrama vía valija diplomática, además de expresar su deseo de conocer a Cuca personalmente, pues se le ha hablado mucho de ella y hasta ofreció el papamóvil para pasear a la celebrante por las calles de Tepa, sólo que se le dijo que no era posible, pues Poncho Barba se le adelantó con alguno de sus flamantes Ford, que han sido testigos del devenir de los tiempos desde hace una centuria.

Como anoté, omito la lista de las parejas que tomaron en serio su papel de participantes en el magno evento para no alargar esto innecesariamente, pero tenga por seguro que de entre los gremios de doctores, encabezados por Rodolfo y Lety, de dentistas, por Chabelo y Lupita, de… esculque y encontrará que el que menos prometió fue aportar las servilletas, vasos, platos, tenedores y cucharas desechables, hielo, cacahuates japoneses, bolsas de papitas, piturrias recién doradas y otras botanas, adornos para las mesas… los arreglos florales para la Parroquia, la gratuita impresión y distribución de invitaciones, el anuncio de festejos en Vida Parroquial… Alguien más ofreció un corral para contener y acabar de engordar un puerco de doscientos kilos (o dos de cien), un torete de trescientos kilos, tres borregos y un chivo (descendiente directo del que echó un reparo y en el cielo se detuvo…), animales todos que fueron prometidos por quienes no se quisieron quedar atrás sin ofrecer algo para el banquetazo.

Si para los gringos es importante el 4 de julio, a partir de 2005 en Tepa el 3 de julio pasaría a la historia como día feriado en memoria del quincuagésimo aniversario del nacimiento de María del Refugio Gómez Esqueda de Vargas Gómez. Se rumoró incluso que el H. Regidor de Asuntos Históricos y Archivo del H. Ayuntamiento pergeñó y puso a consideración del H. Cabildo un proyecto de Acuerdo que los H. Regidores de todos los H. Partidos, de común consenso, estar prontos a aprobar, nombrando a la ciudad Capital del Estado por un día, en que con asistencia del H. Gobernador, el H. Congreso sesionaría solemnemente, como se estila en las fechas extraordinarias de cada ciudad.

Pero rodó el tiempo -si es que el tiempo alguna vez ha rodado- y los días siguieron pasando rápidamente. Bueno, tenga en cuenta que a los cincuenta todo pasa más que rápido… El imaginario Comité de Festejos involucrado en la programación del magno evento estuvo siempre atento para conocer el curso de los preparativos para la celebración. La bola de nieve siguió creciendo… bueno, no ante el beneplácito de todos. Y es que cuando los herederos de la familia Vargas-Gómez conocieron el proyecto materno de la magna celebración, estuvieron de acuerdo en todo, ¡menos en celebrarla!. Es que, oiga usted, sentaría un precedente nada envidiable el que tan honorable familia celebrara el desquiciado deseo de sentir reivindicado un sueño o deseo reprimido de celebrar lo que las riquillas del barrio celebraban al terminar los catorce.

Moi (Jr) lo menos que dijo fue: ¡Ay, amá!… y le sentenció con todas sus letras: ¡ni creas que voy a salir de paje; a mí me da vergüenza!. Susi simplemente no encontraba respuesta cuando las hijas de las amigas de su madre la enfrentaban en los recreos en la Prepa, llegando al punto de casi perder la amistad de algunas por escondérseles, mientras Clarita, un poco más sensata, le dijo: Mami, ¿y si te esperas para el 2006 y la celebramos juntas?…

Pasaron los aguaceros de Mayo y en Junio empezaron oficialmente las aguas, mientras las comadres y amigas de Cuca, en número equiparable si no a la descendencia de Abraham, al menos al listado del nuevo Santoral, se encontraban en ascuas y ansiosas de conocer el color del vestido que debían portar, porque, ¡oiga usted, no irían catorce damas de honor con sus respectivos chambelanes, sino cuarenta y nueve!. Para los chambelanes, compadres todos, nunca existió mayor problema; uno se enfunda en negro o gris y asunto arreglado, pero para las mujeres una fiesta se convierte en asunto de verdadero intríngulis. Por eso el “luego les digo” de Cuca se convirtió en un tiempo de suspenso más largo que el de un niño que espera la llegada de la Navidad. Del nutrido número de chambelanes y damas se derivó otro problema, pues se consideró que la Parroquia no ofrecía espacio suficiente para la magna concentración, por lo que, siendo Cuca dilecta amiga del C. Presidente, existía la posibilidad de trasladar la ceremonia al ensamblamiento que existe entre las plazas de Armas y Morelos, con la seguridad de que Gobernación (gracias a que el C. Leonardo se llevaba de a cuartos con su cuatacho el C. Abascal) daría su total anuencia, con la salvedad de que no sentara precedente, cosa poco probable, pues contar en Tepa con alguien que tenga más amigos que Cuca, no es sólo improbable, sino que raya en lo imposible…

El Padre Díaz se encontraba en ascuas, pues a pesar de los decires de tanta gente del barrio no le llegaba la invitación para la celebración de tan insigne feligrés del barrio, sin embargo, por si acaso la cosa fuera en serio y para no quedar al margen de los festejos, cada martes -lloviera o no- se hacía una oración especial (cuyo dudoso Imprimatur se desconoce) por la cincuentona en ciernes, en cuyo texto se pedía fervientemente o para que Dios la iluminara y le salieran bien las cosas o de plano para que le devolviera la salud mental… lo que sucediera primero, como suele anunciarse con las ofertas de los supermercados.

Dos o tres semanas antes de la fecha fatídica, 3 de julio de 2005, acosada por las preguntas de amigos, y en tal punto ya casi virtuales enemigos, Cuca se carcajeó y simplemente les dijo, ¡me las cherié!, ¿a poco se la creyeron?.

Algunas amigas se mosquearon, pero las más, no por festejar la ocurrencia sino para aliviar la pena de ser parte de un acontecimiento tan extravagante, simplemente le contestaron: ¡viniendo de ti, cualquier cosa es posible!.